Sunday, April 3, 2011


Irene

18 años

En el tren Irene miraba por la ventanilla. Las mismas casas, los mismos árboles, los mismos montoncitos de basura al lado del las vías. Un muchacho se sentó junto a ella. Por sus movimientos Irene pensó que era tímido, no la miró en ningún momento. El tren seguía su paso como de costumbre, estación por estación con su típico vaivén adormecedor. En City Bell, dos muchachas suben y se sientan cerca de la puerta. Irene y el muchacho las siguieron con la vista. Una de ellas sacó un cepillo y comenzó a peinar a su amiga (tal vez pareja, tal vez hermana). Ambos espectadores no podían dejar de mirar la escena. Les pareció mágica y sobretodo excitante. Son aquellos pequeños momentos únicos. El cepillo pasaba delicadamente sobre la larga cabellera oscura de la joven, una y otra vez en un movimiento continuo y repetitivo. Constante, hipnótico. Cada hebra se dejaba acariciar por los dientes del cepillo, no presentaban oposición alguna. El enjambre de pelos alisados se fue convirtiendo poco a poco en una larga trenza que se abría hacia el final lleno de unos pelitos quebradizos en las puntas. Irene las miraba extasiada, sin moverse, en cambio, el muchacho junto a ella se sonrojó y comenzó a retorcerse. Su erección fue imposible de ocultar y salió despedido del asiento hacia otro vagón. Irene se alegró de ser mujer.